El Choque de dos helicópteros, ocupados sólo por sus respectivos pilotos, y su posterior caída a tierra, provocaron la muerte de uno de ellos, en tanto el otro salvó milagrosamente su vida al caer sobre un árbol.
El  accidente ocurrió a las 9.45 de hoy en el Country Buenos Aires Golf Club, al embestirse dos helicópteros modelo Bell 206 de la empresa Transener SA, dedicada a la inspección de líneas de alta tensión en todo el país.
Restos de una de las naves siniestradas
Restos de una de las naves siniestradas. Foto: Gabriel Piko
 El aparato conducido por la víctima fatal -Carlos Orforte, de 48 años- se desplomó en un sector del Club  y resultó completamente destrozado.
El piloto murió en el acto. Su cuerpo salió despedido y cayó a varios metros de la máquina, cerca de un camino interior de los links, muy próximo al río Reconquista.
Esta ubicación del cuerpo llevó a la conjetura de que probablemente Orforte -un experimentado comandante de helicópteros- advirtiera que no tenía alternativas e intentara arrojarse desde la cabina hasta el curso de agua para tratar de salvar su vida.
A 400 metros de la primera nave se encontró la otra, que estaba a cargo de Alberto Pirillo, de 55. Luego del impacto, el piloto habría logrado mantener el control hasta llegar a un espeso monte, poblado de moreras.
El segundo Bell se partió: la cabina quedó atrapada en la copa de uno de estos árboles, mientras que la cola cayó a tierra prácticamente intacta. En ella se podía leer su matrícula: LV-WMV.
El aparentemente único testigo del accidente, Daniel Burgos -un alambrador de campos de 31 años que vive en la localidad de Pablo Nogués- contó que circulaba en ese momento en camioneta por la ruta, acompañado por un amigo.
“Miré hacia arriba después de escuchar una explosión; vi que a uno de los helicópteros se le desprendían las aspas y empezaba a caer. El otro se dirigió al monte. También perdía altura rápidamente”, indicó.
Con clara noción de que pasaba algo grave, la reacción de Burgos fue inmediata. Bajó del vehículo y se internó en la densa vegetación hasta localizar esta última nave. Se trepó al árbol en el que se hallaba la cabina y ayudó a salir a Pirillo, que sólo tenía cortes en la cara y en una de sus manos.

“Estaba muy shockeado, pero alcanzó a decir que no entendía qué había pasado. Yo le dije que nos alejáramos porque pensaba en el tanque de nafta. Había un fuerte olor ahí. Llegamos a la camioneta y le presté un celular; creo que se comunicó con su empresa. Ante un pedido que me hizo, volví a la máquina y rescaté algunas de sus pertenencias.”
Posteriormente, el piloto fue trasladado al hospital de Ituzaingó, en donde se comprobó que su estado no revestía ninguna gravedad.
El siniestro pudo haber tenido un resultado aún más luctuoso si los helicópteros hubieran caído unos metros antes, donde se erige la sede del club de golf propiedad de Franco Macri. A poca distancia de allí, además, funciona el parque recreativo Santa María, que en el momento del choque era visitado por numerosos alumnos de una escuela de la zona.
Por razones de jurisdicción, el caso quedó radicado en dos juzgados a cargo de los doctores Jorge Rodríguez y Alberto Suárez Araujo, de los tribunales federales de Morón y San Martín, respectivamente.
Las medidas inmediatas dispuestas por ambos incluyeron análisis de alcoholemia y peritajes técnicos para determinar las condiciones de funcionamiento de los helicópteros.
En tanto, en un comunicado emitido en la tarde de ayer, la Fuerza Aérea Argentina certificó que tanto las habilitaciones de los Bell 206 como las licencias de los pilotos se encontraban en regla.
En la Escena del Accidente trabajaron Personal  Policial de la Comisaria 2da de Bella Vista, Bomberos voluntarios de General Sarmiento, Bomberos de Ituzaingó.

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